ENEMIGOS DE LA FAMILIA

Todas las instituciones humanas pasan por crisis a lo largo de la historia.  Si las superan, salen fortalecidas. Pero abordarlas, exige primero conocer sus dimensiones reales, no las imaginarias que son suscitadas por nuestros miedos y prejuicios. Para empezar, hay que reconocer que ninguna institución es inmutable, todas han pasado por mudanzas importantes sobreviviendo a crisis anteriores. Seguramente, quienes las sufrieron se sintieron atenazados por la angustia de creer que estaban a punto de extinguirse.

 Es verdad que la historia se ha acelerado.  Y en su vorágine, la familia experimenta, también, hondas transformaciones. Sobreviven todavía algunos que la conocieron como unidad de producción; familia extensa, compuesta por abuelos, hijos, primos, nietos, en la que los matrimonios eran concertados por los progenitores, atendiendo a razones económicas (o políticas, caso de las bodas de estado, en las casas reales). Luego, en un par de generaciones, hemos conocido la familia nuclear: padre, madre, hijos (en número decreciente, por un control de natalidad cada vez más estricto); en la que  la elección de consorte se entiende reservada a los interesados, y cuya función económica se reduce a unidad de consumo. Y la evolución no ha concluido aún; aparecen nuevas formas de familias, con un aumento progresivo de las monoparentales…

 En esta situación, hay grupos alarmados que alzan sus protestas en defensa de la familia que creen gravemente amenazada por determinadas medidas legislativas que, con mayor o menor torpeza, intentan reconocer o impulsar esas variantes antaño desconocidas. A mi juicio, responden esas alarmas a una mentalidad conservadora que atribuye al poder una gran capacidad para producir grandes cambios sociales. Pienso que un poder que se empecina enfrente de una opinión pública mayoritariamente contraria, acabará fracasando en sus intentos. Además, a mi modo de ver, son otros los graves escollos a los que hoy se enfrenta la institución familiar. Citaré los tres que me parecen más significativos:

 1º. El TERRORISMO DOMÉSTICO. El número de mujeres, asesinadas en el ámbito de una relación de pareja excede bastante, al de las víctimas del terrorismo político y suscita menos alarma social. ¿Por qué?... Tiene el agravante indudable de que se produce en el seno de la relación más íntima que se da entre seres humanos. Se abusa de los lazos amorosos para perpretar una cadena de malos tratos que en número creciente acaba en muertes. Desde luego, estos crímenes han aumentado respecto a épocas anteriores. ¿Cuál es la causa?. Indudablemente, la emancipación de la mujer, que no acepta la sumisión servil y ha tomado entre sus manos la autonomía de su vida, se ha incorporado al mundo del trabajo y de los estudios, ha roto la clausura del espacio doméstico donde estaba confinada, atribuyéndole en exclusiva  el cuidado del hogar, del esposo, de los hijos y de los mayores. Y sus parejas, alienados por el machismo, no lo aceptan, la someten a vejaciones que pueden culminar en el asesinato, porque la consideran de su propiedad. Y esto se da en todos los estratos económicos, educativos y de edad. Además de las medidas punitivas, de ayuda a las víctimas, de denuncia de esas situaciones, se impone un profundo cambio de mentalidad que rompa la aberración del patriarcalismo machista y respete la dignidad e igualdad básica de todas las personas. Ese debe un objetivo básico de la Educación para la Ciudadanía, para que desde la misma escuela se inculque estos valores de respeto igualitario. Es de desear que quienes objetan a esta asignatura, no se opongan a esta igualdad básica que debe enseñarse en todos los ámbitos sociales.

 2º EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA. El acceso a un hogar para crear una nueva familia se ha tornado casi prohibitivo para la mayoría de los jóvenes. Han de entramparse, casi toda la vida en hipotecas, cada vez más caras, para acceder a la propiedad de una vivienda. Y esto se ha dado en nuestra Patria en una época en la que  jamás se habían construido antes tantísimas casas. Una feroz especulación del suelo, causa principal del aumento desorbitado de las viviendas y un capitalismo financiero que veía en el ladrillo la inversión más rentable han producido este resultado. Hoy el sector está en crisis y los precios se abaratan algo, pero todavía sigue siendo un gran problema para las familias. Ayudarlas exige una política fiscal agresiva que revierta las plusvalías hacia la comunidad y un viraje profundo de la política de subvenciones públicas, trasladándolas desde la adquisición en propiedad hacia las fórmulas jurídicas de uso de las mismas, principalmente el alquiler.

 3º TRABAJO INHUMANO. El paro creciente, los contratos basura, los salarios insuficientes, el encadenamiento de trabajos temporales, la prolongación de la jornada laboral, representan un ataque directo contra las familias. La reivindicación de la conciliación laboral y familiar suena en este clima casi como música celestial. Si esto se añaden las exigencias patronales de flexibilización, movilidad geográfica y despido libre, presentándolas como las únicas respuestas a la competitividad, la recesión económica y la globalización, ¿qué porvenir les espera a las futuras generaciones?.

 Defendamos la familia, sí. Para ello hay que resistir a sus enemigos verdaderos. No por alancear molinos de viento, mejorará su situación…

Pedro Zabala Sevilla

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