LOS TOROS, ¿FIESTA NACIONAL?

Empezaré diciendo que no soy taurófilo. Ni voy a las corridas de toros, ni las veo por televisión. Tengo conocidos, incluso amigos, que son aficionados apasionados  y otros, en cambio, detractores con la misma pasión. Y son excelentes personas.

 La polémica puede situarse entre si es un espectáculo cruel y, por tanto, a evitar o por el contrario un arte. Uno se atreve a opinar que ambos términos no son en sí contradictorios. La crueldad puede ser artística, sin por ello dejar de ser crueldad. Y sí, a mí lo que me aleja de los toros es la crueldad que conlleva. Pero no estoy pensando en el pobre animal, como hacen los de las sociedades protectoras de estos seres. Pienso en los humanos que se juegan la vida ante los morlacos. No son mansos animales, sino fieras cornúpetas. Yo no me atrevería a ponerme delante de uno de ellos, por todo el oro del mundo. Y me aparto de cualquier espectáculo de cualquier espectáculo en que cualquier ser humano se juegue la vida. Por eso, en el circo no entiendo que el arte de los trapecistas gane algo porque se les retire la malla protectora, para caso de caídas. Entiendo que haya toreros o banderilleros que para comer se arriesguen. Ante se decía: “más cornás da el hambre”. No he oído que con la crisis hayan aumentado estas vocaciones desesperadas...

 Pero la polémica ha entrada también en el terreno político con la prohibición catalana de celebrar en su País corridos de toros o la más reciente en el municipio de San Sebastián. Se dice que los toros son la fiesta española por antonomasia y, claro, los que sienten menos o nada españoles, no la soportan. Opino que se trata de un animal totémico en la cultura mediterránea. Podemos remontarnos al mito del Minotauro o a Europa raptada por un toro en la mitología helénica. Mientras que en las gentes del norte, en la cultura celta, el oso es su animal identificador. La afición popular a la fiesta de los toros en sus distintas modalidades -corridas con muerte o sin ella al estilo portugués, toros ensogados, encierros...- es propia del ámbito ibérico, mientras que en la cornisa cantábrica o en Canarias decrece totalmente. No es de extrañar que el vizcaíno Sabino Arana abominase de ella, mientras que en Navarra o en muchos pueblos guipuzcoanos no se conciben sus fiestas patronales sin sus correspondientes festejos taurinos.

 La reciente decisión del Tribunal Constitucional francés admitiendo la excepción a la prohibición general para los territorios del sur donde responde a la cultura tradicional admite esa singularidad. No sé si se habrá llevado a cabo la propuesta aquí de que la competencia sobre la fiesta de los toros deje de depender del Ministerio del Interior para pasar al de Cultura se ha llevado a cabo. Uno de los cambios significativos del nuevo gobierno español es que las corridas vuelven a ser televisadas en las cadenas de titularidad estatal.

 No soy partidario de la prohibición de estos festejos. Son los posibles espectadores los que deben decidir con su asistencia o no el futuro de los mismos. Pienso que hoy es un negocio donde el afán de obtener beneficio económico prima sobre todos lo demás. Lo que me parece mal es que desde el poder se apoyen, subvencionen o promocionen estos espectáculos. No con mis impuestos.

 Lo que me parece ridículo es el argumento pseudo-ecológico de que si desaparece la “fiesta”, se extinguirá esta especie animal. Se trata de una subespecie, lograda por selección genética, del toro criado para alimentación humana, si no me equivoco. Buscaron lograr, por esa selección, un tipo de toro con “casta”, bravo, aunque las exigencias de muchos toreros actuales, dicen los “toristas”, ha llevado a que en muchas ganaderías se haya perdido su característica esencial. Es un argumento parecido al de ciertos prohibicionistas, defensores del toro que piden se les deje en libertad. ¿No han cantado nunca esa coplilla, nacida en la ribera navarra y repetida en su aledaña riojana:

“Y ha dicho el alcalde,

que no salda naide,

que las vacas del pueblo se han escapao

que es muy mal ganao,

riau, riau”.

Pedro Zabala Sevilla

Volver a OPINIÓN